Empoderamiento ciudadano de la tecnología

A propósito del último festival festival Tropixel, realizado entre los dias 21 y 25 de noviembre de 2013 en Ubatuba, Brasil, y de la conferencia ‘“Smart Cities”’ realizada en Salvador de Bahia el día 29 de octubre del mismo año, que contó con la presencia de Clemens Apprich y Adelino Mont’Alverne, y el trabajo que se viene desarrollando en Dinamo, me gustaría compartir la siguiente reflexión.

Sin entrar en mayores detalles sobre la conferencia citada, rescataré dos perspectivas que abordan la temática que me parecen interesantes dentro del estudio de estas llamadas ‘Smart Cities’ o ‘Ciudades Inteligentes’ y que fueron planteadas en la ocasión, estas perspectivas se denominan “up to down” y “down to up”.

El primer término se refiere a una ciudad que es pensada desde las altas cúpulas de poder para el pueblo, y son ellas que generan, gestionan y almacenan los datos. El segundo termino “down to up” es el inverso, es decir el mismo pueblo es el generador de datos, que sin embargo y de cualquier manera llegan a ser gestionados por las cúpulas de poder. Y entonces, ¿Quién es el dueño de esta información?, la información que todos generamos no nos pertenece, ejemplos clásicos: Google y Facebook. La información es poder, poder es dinero e influencia, nada nuevo y solo en manos de unos pocos que no están dispuestos a perder ni un centavo de dinero y ni un bit de nuestra información.

Por lo mismo creo que el “empoderamiento ciudadano de la tecnología” (idea que escuché en la presentación de James Wallbank en el festival Tropixel), es una idea que toma mucha fuerza en torno a cómo habitamos nuestros espacios y nuestras ciudades. Aún vivimos bajo un paradigma tecnológico que se puede representar en la tercera ley de Clark “cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. Sin embargo, es deseable que esta situación cambie. Las personas necesitamos conocer la tecnología y reconocer en ella herramientas accesibles para todos los ciudadanos, necesitamos empoderarnos de sus posibilidades creativas, junto con las dinámicas colaboradoras que pueden y vienen muchas veces anexas.

El mundo del arte, hace años que viene abriendo caminos en los contextos científicos y tecnológicos, para permitir hoy en día, un acceso y un entendimiento de la tecnología y de la ciencia que no son restrictivos a expertos, profesionales y científicos, llegando al punto donde las fronteras entre los “aficionados” y los especialistas certificados se diluyen en algunas áreas.
Hoy por hoy, el acceso a la información que tenemos por medio de Internet, de los cursos online masivos MOOCs, la cultura libre y las herramientas de software y hardware libre, ponen a disposición de todo el mundo que cuenta con acceso a la red, amplias posibilidades de creación, construcción, difusión e intercambio de conocimiento. Ahora, ciertamente que este “abierto” no significa que llegue a todo el mundo. ¿Qué sucede con toda la cantidad de personas que aún no tienen acceso a esta información?, o incluso con quienes tienen acceso pero desconocen las potencialidades escondidas detrás de un Internet lamentablemente usado solo para ver facebook y youtube.

Por otra parte nuestra sociedad actual, especialmente la chilena, que ha funcionado como un experimento neo-liberal desatado, ha calado fuertemente en nosotros y nos vemos viviendo bajo una lógica de mercado, todo se vende y se compra, y todo es valorado bajo principios económicos. Lo que hace difícil que ideas como economía solidaria, financiamiento colectivo o cultura libre, solo por nombrar tres de una gran cantidad de iniciativas, puedan llegar como lo mencioné a al público general por los canales tradicionales y omnipresentes de información, y por lo mismo aún más difícil promover un empoderamiento ciudadano de la tecnología.

Y finalmente entonces, ¿Cómo es que podemos aportar al cambio de las condiciones de acceso a la información que tiene el ciudadano común y corriente?. Podemos comenzar o mejor dicho continuar, participando y promoviendo proyectos como el llamado festival Tropixel en Brasil, los montajes de Picorocos en diferentes espacios fuera de un museo, o como el proyecto gestionado por Tallar Dínamo en marzo de 2014 “Repensar la soberanía” en Valparaiso, entre muchas otras propuestas. Colocando y dando presencia a distintos modos de expresión cultural y auto gestionada, que proponen nuevos modos de enfrentar la vida, y que muchas veces de la mano de la cultura digital ponen estos temas en espacios públicos, en la calle y en discusión. En este tipo de experiencias es que se abre la posibilidad que cada vez más y más personas puedan conocer que hay todo un mundo de posibilidades de desarrollo artístico, cultural, tecnológico y científico. Es por eso que continuamente nos encontramos pensando en cómo, sacar de los laboratorios, de los cuartos, galpones y oficinas, un trabajo que cada vez se esta haciendo en más lugares, pero que aún sigue muy encerrado, y a la mano de una minoría que tiene la fortuna de conocer y disfrutar de estas posibilidades y espacios.

Vamos entonces a concordar en una cosa, somos privilegiados por haber tenido acceso a educación, a oportunidades de estudio y trabajo. Y aún más, tenemos acceso a información y conocimientos muy valiosos, a herramientas potentes que si mismas son una revolución creativa, que pueden significar soluciones concretas a problemas de todo tipo en nuestra sociedad, y somos cada vez más conscientes de esta situación. Lo que significa que tenemos una gran responsabilidad de la cual hacernos cargo, por ejemplo, llevando nuestro conocimiento al “dominio público”, al espacio público, ya sea por medio de festivales, de concursos artísticos, talleres o cualquier otro tipo de experiencia, las cuales ciertamente nos permiten ser un real aporte para construir un camino hacia nuestro “empoderamiento ciudadano de la tecnología”.

por Javier